El farmacéutico de atención primaria también quiere ofrecer servicios de AF

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Martes, 11 de septiembre de 2018

CORREO FARMACÉUTICO

Una encuesta a médicos de familia realizada en Teruel apunta el valor que tendría poner en marcha un servicio de atención primaria en los centros de salud por parte de los farmacéuticos de Atención Primaria. 

Los profesionales de Atención Primaria (AP) perciben y ven necesaria la implantación de un servicio de atención farmacéutica en los centros de salud, ya que supone una gran oportunidad para optimizar la farmacoterapia de los pacientes, mejorar su calidad de vida y promover la integración del farmacéutico de AP en los equipos.

Así se desprende del trabajo Percepción de los profesionales sanitarios del valor del Farmacéutico de Atención Primaria y de la necesidad de implantar un Servicio de Atención Farmacéutica, realizado por el Servicio de Farmacia de Atención Primaria Sector Teruel, publicado en la revista de la Fundación Pharmaceutical Care. Hasta la fecha, ningún área de AP tiene un servicio de AF liderado por farmacéuticos. Este estudio abre el debate sobre la necesidad de implantarlo.

Para Cristina Pérez Diez, farmacéutica de primaria del sector Teruel y coautora del estudio, la integración permite mejorar el intercambio de información farmacoterapéutica entre los profesionales sanitarios para garantizar la atención continuada de los pacientes a todos los niveles. Para la autora, es imprescindible que “exista una adecuada comunicación entre los profesionales implicados en la salud del paciente para aportar, cada uno desde su ámbito, métodos y herramientas para favorecer su calidad de vida”.

Dado que la comunicación cara a cara entre profesionales, la más adecuada, no siempre es posible, “la historia clínica electrónica sería la mejor vía para reforzar la relación médico-farmacéutico y le permitiría al farmacéutico de AP hacer intervenciones farmacéuticas”.

En esta línea, Carlos Barreda, coordinador del Grupo de Comunicación de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria, insiste en que las bases son “los mismos pilares esenciales que estamos aplicando en otras actividades clínicas como son la revisión de tratamientos y la conciliación de la medicación en primaria”. En concreto, “se trata de aplicar nuestras habilidades y colaborar estrechamente con médicos, enfermeras y otros profesionales, sanitarios o no”, además de redundar en las herramientas para la monitorización y evaluación.

En un principio, según Pérez Diez, la implantación de un servicio así en primaria podría dirigirse a pacientes ancianos, polimedicados y con múltiples comorbilidades crónicas. Sin embargo, la educación “podría dirigirse a pacientes jóvenes”. Barreda añade que esa labor “produce una reducción de costes asistenciales y farmacéuticos, aspecto principalmente relevante en una sociedad que abusa del medicamento como recurso tecnológico para la resolución de problemas de salud”. Respecto a las principales barreras, la autora señala “la dispersión geográfica y la falta de recursos humanos”.

En este sentido, “se está estudiando implantarlo el próximo año e incluirlo como proyecto asistencial en el contrato programa. Nos gustaría, por lo menos, hacer un proyecto piloto y empezar con entrevistas farmacoterapéuticas, seguimiento farmacoterapéutico e intervención farmacéutica con un grupo pequeño de pacientes”. Dado que cuenta con el apoyo de la dirección y la colaboración de los médicos de su sector, Pérez Diez espera “que con el tiempo se pueda implantar”.

Posiciones en contra

Sin embargo, otros actores implicados en el proceso en mayor o menor medida no lo tienen tan claro. Para Vicente J. Baixauli, vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria , se trata de una “opción interesante” siempre y cuando “el SFT no se pueda realizar por la farmacia comunitaria”, ya que consideran que ese es “el lugar natural para realizarlo”.

Para Baixauli, los farmacéuticos de atención primaria, tienen una importante labor por delante, consistente en coordinar el uso racional de los medicamentos entre los diferentes profesionales sanitarios, pero ese planteamiento de seguimiento farmacoterapéutico (SFT) “sólo tiene sentido en casos puntuales y aislados”.

Pretender que todos los crónicos disfruten del mismo en los centros de salud “implicaría multiplicar por varias decenas el número de farmacéuticos públicos, algo que no tiene mucho sentido existiendo casi cincuenta mil farmacéuticos comunitarios que pueden realizar esta tarea”. La lógica, según Baixauli, sería establecer una sinergia entre los farmacéuticos de primaria y comunitaria a la hora de realizar programas sistemáticos de revisión de la farmacoterapia y SFT.

Por su parte, Miguel Ángel Hernández, coordinador del Grupo de Trabajo en Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, incide en que “ya se realiza SFT en primaria por parte de los médicos, que se ven apoyados a través de formación, boletines y programas de polimedicados en la historia de salud electrónica” , que están liderados fundamentalmente “por los farmacéuticos de los servicios de salud”.

En este sentido, el experto apuesta más por el equipo médico-enfermera, mientras que el farmacéutico debería facilitar las interconsultas telemáticas “para la resolución de dudas en pacientes concretos”, al margen del servicio que ya desarrollan. Con el gasto sanitario en AP prácticamente congelado o descendente en los últimos años, “plantear la incorporación de farmacéuticos a los equipos de AP es una idea, a fecha de hoy, ineficiente y poco realista; especialmente, existiendo tanto margen de mejora en el trabajo conjunto con los farmacéuticos a través de los medios ya disponibles”.